domingo, 29 de marzo de 2015

LA DUQUESA DE KENDAL & DE MUNSTER



KENDAL & MUNSTER_Iª Duquesa de / 1st. Duchess of_Ehrengard Melusine von der Schulenburg, Baronesa von der Schulenburg, 1ª Duquesa de Kendal y de Munster, Condesa de Feversham, Baronesa de Glastonbury, Marquesa y Condesa de Dungannon, Baronesa Dundalk, Par de Inglaterra y de Irlanda, Princesa von Eberstein y del Sacro Santo Imperio Romano Germánico (Emden, Alemania, 25-12-1667 / Kendal House, Isleworth, Middlesex, Inglaterra, 10-05-1743). Fue hija del Barón Gustavus Adolphus von der Schulenburg y de Petronelle Oddie von Schwenken, y la amante del rey Jorge I de Gran-Bretaña, Elector de Hannover.

Ehrengard Melusine von der Schulenburg nació el 25 de diciembre de 1667 en la localidad alemana de Emden. Su segundo nombre de pila fue probablemente tomado de la legendaria Melusina, protectora de los linajes nobles europeos.

Introducida en la corte del elector de Hannover, fue nombrada dama de honor de la princesa-electriz Sofía y, no se aclara si antes o después de 1686, convertida en la amante del hijo de ésta, el príncipe-elector Jorge-Luis, del cual tuvo tres hijas ilegítimas convenientemente casadas:

-Anne-Luise Sophie von der Schulenburg, Condesa de Dölitz (1692-1773), quien casaría con Ernst-August Philipp von dem Bussche zu Ippenburg.

-Melusina von der Schulenburg, Condesa de Walsingham (1693-1778), que contraería matrimonio con Philip Dormer Stanhope, 4º Conde de Chesterfield.

-Margaret Gertrude von der Schulenburg, Condesa von Oeynhausen (1701-1726), unida a Albrecht Wolfgang, Conde von Schaumburg-Lippe.

Jorge-Luis sucedió a su padre y predecesor en 1698, en calidad de Príncipe-Elector de Hannover, asumiendo también el papel de candidato al trono de Gran-Bretaña como sucesor de su prima la reina Ana I, privada de descendencia directa.



En 1714, el Parlamento Británico, al fallecer la reina Ana I, última soberana de la dinastía Estuardo (Stuart o Stewart), le llamó para que ciñese la corona inglesa convirtiéndose en el rey Jorge I de Gran-Bretaña y de Irlanda.

Jorge I embarcó para las costas inglesas llevándose consigo a Ehrengard Melusine von der Schulenburg y, el 18 de julio de 1716, ésta fue creada duquesa de Munster, marquesa y condesa de Dungannon, y baronesa Dundalk con paridad irlandesa. Menos de un año después, el 19 de marzo de 1719, Melusine fue agraciada con nuevos títulos, esta vez dentro de la paridad inglesa: duquesa de Kendal, condesa de Feversham y baronesa Glastonbury.

Como insigne favor, y en nombre de una alianza anglo-imperial, el emperador Carlos VI de Austria concedería a la duquesa de Kendal y de Munster el título imperial de Princesa von Eberstein (Reichsfürstin von Eberstein), en 1723. Se cree que con dicha concesión imperial, el gesto confirma que Melusine casó secretamente con el rey Jorge I durante esa época.

Convertida en la mujer más poderosa de Gran-Bretaña y del Electorado de Hannover, Sir Robert Walpole dijo de ella que "era mucho más reina de Inglaterra que cualquiera de las que hubo antes..." .Y es que, a imagen y semejanza del contemporáneo y rival rey Luis XIV de Francia, casado morganáticamente con la marquesa de Maintenon, Jorge I de Gran-Bretaña había convertido a Melusine en su cónyuge entre bastidores pero también en la primera dama de su reino sin tener oficialmente el título.

La duquesa de Kendal hacía oficio de intérprete entre Jorge I y sus ministros británicos, ya que el rey nunca hizo el esfuerzo de aprender el inglés y siempre se expresó en su lengua materna estuviese en su feudo hannoveriano o en Londres. Semejante papel le daba, obviamente, mucho poder para hacer el bien o el mal, e intervenir en cualquier asunto de Estado.

Cuando Jorge I pasaba la temporada en Londres, la duquesa de Kendal residía en su propia casa, Kendal House, en Isleworth, Middlesex.



En su madurez, la duquesa de Kendal era conocida por su extrema delgadez y su figura esvelta, casi esperpéntica, nada agraciada según los cánones de entonces, aunque en la actualidad sería la envidia de ciertas damas de la alta sociedad. De hecho, en Hannover se la conocía popularmente como "la Espantapájaros" (en inglés "Scarecrow"), y en Londres como "the Maypole" (el Palo de Mayo o la Cucaña).

Es por ello que a Jorge I se le atribuía entonces ese peculiar gusto por las mujeres feas, ya que su también otra supuesta amante, la Condesa de Darlington, otra dama alemana nacida Charlotte-Sophia von Platen, Baronesa consorte von Kielmansegg (1675-1725), era más que oronda: una obesa de proporciones monstruosas, que se asemejaba a un barril de cerveza. En la corte inglesa se la conocía como "la Elefanta".

Pero lo cierto, respecto a la condesa de Darlington y de Leinster, es que ésta fue sin duda alguna su medio-hermana, una bastarda de su padre, el elector Ernesto-Augusto de Hannover, habida con la baronesa Clara-Elisabeth von Platen und Hallermund. Desde 1701, estaba casada con el barón Johann Adolf von Kielmansegg (1668-1717), Caballerizo Mayor del rey Jorge I, y madre de una hija que casaría con el 2º Vizconde Howe.

Mejor que su oponente la duquesa de Kendal, la condesa de Darlington se aclimató maravillosamente al ambiente cortesano de Londres, y recogía muchas más simpatías que Melusine entre los británicos que, erróneamente, asumían que era la otra amante del rey Jorge I.

Cuando Jorge I falleció en 1727, la duquesa de Kendal se retiró del escenario público sin ser molestada, falleciendo tranquilamente en 1743, a la edad de 76 años.


 

viernes, 6 de marzo de 2015

LA CASA PRINCIPESCA & DUCAL DE SANGRO


La Familia De' Sangro
 



Los orígenes de la familia De' Sangro (o Di Sangro) remontan, según documentos y viejos legajos, al año 856 con Berengario, primer Conde dei Marsi. El condado dei Marsi era vasto en cuando a posesiones ligadas al feudo: el valle de Spoleto, la región de Marina, de la Salina, de la Valeria y buena parte de los Abruzzos. En el año 1093, Oderisio obtiene el condado de Sangro, cuyo nombre sería finalmente adoptado por la familia y toda su descendencia que, según la usanza lombarda, otorgaba el derecho a todos sus miembros varones a ostentar el título condal indistintamente. De hecho, la familia fue acumulando títulos a lo largo de los siglos siguientes: barones de Itri y de Oppido; condes dei Marsi, Brianza (1424), Buccino (1408), Rodiano; marqueses de Santo Stefano di Itri (por sucesión de la Casa Gesualdo), Castelnuovo (1572), San Lucido (por sucesión de la Casa Carafa della Stadera), Genzano (por sucesión de la Casa de Marino), del Finale, Campo di Mele, Lenola, Monticelli, Torremaggiore (1500), Sperlonga; duques de Vietri (1760), Sangro (1760), Casacalenda (1601), Torremaggiore (1572), Martina Franca (1507), Cagiano (1498), Telese (1728), Campolieto (1608); príncipes de Viggiano, del Sacro Santo Imperio Romano Germánico, San Severo o Sansevero (1587), Fondi (1720), Castelfranco (1708), Gesualdo, Striano, Palazzo San Gervasio y Chuisano (1637).

La rama de los Condes de Marsi se extinguiría en 1152 con Beatrice, casada con el rey Ruggiero el Normando. La rama de los príncipes di Viggiano se extinguió en la Casa Loffredo; la de los duques di Vietri acabaría en la Casa Caracciolo di Forino. El título de marqués del Finale y príncipe del Sacro Santo Imperio pasarían sucesivamente en las familias Carretto, De' Sangro y finalmente a los Pignone.

En 1424, la familia consigue el hábito de la Orden de Malta, luego la grandeza española de primera clase, y se sucedieron las distinciones: Orden del Toisón de Oro, Orden de San Genaro, Orden de San Fernando y Orden del Mérito, entre otras.

A partir de 1507, todas las ramas existentes de los De' Sangro fueron inscritas en el Patriciado Napolitano y, en 1800, inscritas en el Libro de Oro del Reino de Nápoles.

Los principales personajes de la Casa De' Sangro fueron:

-San Oderisio, Cardenal y Abad de Montecassino en 1121.

-Nicolo', en tiempos del rey Carlos II de Anjou, recobró el cargo de Gran Senescal del Reino.

-Berardo, capitán general de la capitanía y justiciero de Abruzzo en tiempos del rey Roberto.

-Riccardo, intrépido capitán que participó en la toma de Roma bajo la insignia del rey Ladislao de Durazzo, y fue nombrado gobernador del Castillo de Sant' Angelo.

-Sigismundo, consejero de Estado y maestro de campo del ejército, que participó en 1503 en el desafío o duelo de Barletta como testigo (duelo a muerte entre 13 caballeros franceses y 13 italianos). Junto con el resto de la nobleza, se unió a la sublevación de los napolitanos contra la tentativa de instaurar en Nápoles, por parte del virrey español Pedro Alvarez de Toledo, marqués de Villafranca, la Santa Inquisición durante su mandato (1532-1553). Fueron tales los tumultos que los soldados españoles tuvieron que refugiarse con el virrey en el Castel Nuovo.

-Placido De' Sangro, hombre de gran erudición y fama, fue recibido por el rey-emperador Carlos I y V en calidad de embajador del pueblo napolitano. Gracias a su mediación y temiendo el emperador perder Nápoles, éste concedió el indulto a todos los rebeldes y proclamó que en ese reino no se instituiría el Tribunal de la Inquisición. De este modo, el Reino de Nápoles se convirtió en un oasis de paz y seguridad para cualquiera que fuese perseguido por la Iglesia Romana y su detestado tribunal.



-Giovanni Francesco I De' Sangro, 1er Duque de Torremaggiore (1572) y 1er Príncipe de San Severo (1587), estuvo al mando de 34 navíos napolitanos en 1534, formando parte de la flota dirigida por Don Juan de Austria y Fernando de Avalos, marqués del Vasto, contra los turcos que fueron aplastados y la consecuente conquista de Túnez.



-Alessandro De' Sangro, fue "camariere" secreto del papa Gregorio XIV, cardenal, patriarca de Alessandría y príncipe-arzobispo de Benevento. Fue el constructor, en 1613, de la Capilla de Sta. María de la Piedad en Nápoles (Capilla de los De' Sangro di San Severo o "della Pietà").



-Paolo II De' Sangro, participó en la batalla de Nördlingen y el rey Felipe III le nombró Grande de España de 1ª clase y caballero del Toisón de Oro.



-Raimondo De' Sangro, 7º Duque de Torremaggiore y 7º Príncipe de San Severo y 1º de Castelfranco (1710-1771) G.E., el más famoso representante de la Casa De' Sangro, que se distinguió en la batalla de Velletri al servicio de Carlos VII de Borbón, rey de Nápoles y de Sicilia desde 1734 (aliado de Francia, España, Prusia y Baviera), contra los Austríacos (Guerra de Sucesión Austríaca), y sobresalió sobretodo por sus inventos, sus investigaciones científicas y sus controvertidas publicaciones de corte masónico (muchas de ellas perseguidas por la Iglesia). Casó en 1736 con la Princesa Carlotta Gaetani Dell'Aquila d'Aragona (descendiente de Carlomagno), prima-hermana suya. Ha sido autor de interesantes tratados sobre el arte militar, las fortificaciones y la formación de la infantería de tierra, muy aplaudidos por Federico II de Prusia. Fue el impulsor de la remodelación y redecoración de la capilla familiar de los De' Sangro di San Severo, la Capilla de Sta. María de la Piedad, contratando a los escultores Queirolo, Corradini y Sanmartino; asi como el reacondicionamiento del Palazzo Sangro di Sansevero de Nápoles. Fue gentilhombre de cámara del Rey, Caballero de la Orden de San Genaro y consejero de la Corona, asi como coronel del Regimiento de Capitanata; también se adhirió al movimiento masónico y se convirtió en el Gran Maestre de todas las logias napolitanas. Frenó un intento del Vaticano de introducir en Nápoles un Tribunal del Santo Oficio, enemistándose con el Cardenal Giuseppe Spinelli, arzobispo de Nápoles, y con los Jesuitas. Perseguido por el ministro Tanucci, su mayor enemigo, estuvo repetidas veces arrestado y encarcelado en Gaeta, por deudas y por alquilar zonas de su palacio en los que se instalaron garitos ilegales de juego, asi como su palco en el Teatro de San Carlo. Se cree que tuvo como discípulo al Conde Cagliostro. En 1765, dimitió de todos sus cargos y traspasó sus títulos a su hijo Vincenzo para retirarse de la vida pública y continuar con sus investigaciones. A su muerte, el 22 de marzo de 1771, su biblioteca de 16.000 volúmenes fue vendida, dispersada junto con sus inventos, su laboratorio e imprenta desmantelados, por su heredero Vincenzo, 8º Príncipe de San Severo (1743-1790). Su otro hijo menor, Paolo V De' Sangro (1746-1815), heredó el título de 2º Príncipe di Castelfranco y contrajo matrimonio con la Princesa Carolina-Augusta von Stolberg-Gedern, pero no tuvieron descendencia y el título volvió a la rama primogénita.



-Domenico De' Sangro (1681-1770), 1er Duque de Sangro (a partir de 1760), de la rama de los Marqueses de San Lucido, fue miembro activo de la corte napolitana, diplomático y militar, caballero de la Orden de San Genaro y ministro del Consejo de Regencia presidido por el Marqués Tanucci. Fue el fundador de la Casa Ducal de Sangro que, a mediados del siglo XIX, añadió a sus títulos los antiguos ducados de Martina Franca y de Caggiano por matrimonio con la última heredera de la Casa de Caracciolo di Martina Franca.



-Riccardo De' Sangro, 3er Duque de Sangro (1803-1861), fue sobretodo un militar legitimista y leal partidario de la Casa de Borbón-Dos-Sicilias; teniente-coronel del 1er Regimiento de los Lanceros en 1837, fue investido Caballero de la Orden de San Genaro en 1843. En 1848 participó en la campaña de los Estados Pontificios y fue promovido al rango de general en 1849. Casó con la Princesa Argentina Caracciolo, última Duquesa de Martina y de Caggiano (al fallecer prematuramente su hermano Petracone VIII sin descendencia), por lo que sus dos hijos varones heredaron los títulos de ésta al morir en 1849. Participó en la defensa de Gaeta en 1860, durante la guerra de unificación de Italia, permaneciendo fiel al rey Fernando II de Borbón hasta su fallecimiento, acaecido en febrero de 1861.

El primer titular del principado de San Severo fue Giovanni Franceso I De' Sangro, a partir de 1587. Once generaciones más tarde, el linaje de San Severo se extinguió por vía masculina en 1890, con su undécimo y último príncipe Michele De' Sangro de San Severo, 11º Duque de Torremaggiore y 5º Príncipe de Castelfranco.

La antiquísima estirpe de los Condes dei Marsi y di Sangro afirmaba descender directamente del emperador Carlomagno (Carlos I el Grande / Dinastía de Heristal o Carolingia) a través del linaje ducal burgundo. De hecho, las armas de los De' Sangro y de los Duques de Borgoña, que fundaron la estirpe carolingia, lombarda y normanda, son muy semejantes en su diseño heráldico: en campo de oro, tres bandas de azur. En cuanto a lemas o "mottos", el de la rama de los De' Sangro di San Severo era éste: Unicum Militiae Fulmen.

Más allá de las reivindicaciones de los De' Sangro, la familia cuenta entre sus ilustres miembros a tres santos: Oderisio, Bernardo y Rosalía. También estuvieron emparentados con ella cuatro pontífices: Inocencio III (1198-1216), Gregorio IX (1227-1241), Paulo IV (1555-1559) y Benedicto XIII (1724-1730).

domingo, 1 de marzo de 2015

LA XIIª DUQUESA DE FLORIDIA



FLORIDIA_XIIª Duquesa de / 12ª Duchessa di_Lucia Migliaccio e Borgia, XIIª Duquesa de Floridia, VIIIª Princesa di Partanna e di Castura, XVIIIª Vizcondesa di Galtellin, VIIª Duquesa di Ciminna, XXVª Baronesa di Partanna (Palazzo Migliaccio, Siracusa, Sicilia, 18-07-1770 / Palazzo Partanna, Chiaia, Nápoles, 26-04-1826). Fue la heredera del ducado de Floridia, en Sicilia, esposa del Príncipe de Partanna, consejero de Estado del Rey Fernando IV de Nápoles y de Sicilia; ella misma fue Dama de la Corte Real Napolitana, Dama de la Orden de Maria-Luisa de España y de la Orden de la Cruz Estrellada. Viuda en 1812 y madre de 5 hijos, contrajo matrimonio morganático con el Rey Fernando IV de Nápoles y de Sicilia (Fernando I, Rey de las Dos-Sicilias) en 1814, tras enviudar éste de la reina Maria-Carolina de Austria.

Lucia Migliaccio Borgia nació en Siracusa, Sicilia, el 18 de julio de 1770, hija y heredera de Vincenzo Migliaccio e Bonanno, 11º Duque de Floridia y de San Donato, y Doretta Borgia e Rau, hija de los Marqueses del Casale y perteneciente ésta a la célebre familia oriunda de Játiva (Valencia, España), la noble casa de los Borja, duques de Gandía y marqueses de Lombay que, en Italia y con el papa Calixto III, pasó a italianizarse como "Borgia" en el siglo XV. Con semejante linaje y fortuna, Lucia no podía casarse con alguien de menor pedigrí y fue prontamente desposada en 1781 por Benedetto Maria III Grifeo, 25º Barón y 8º Príncipe de Partanna y de Castura (1755-1812), representante de una antiquísima y poderosa familia de Palermo de la cual ya se hablaba en el siglo XI. En el momento de la boda, la novia tan solo computaba 11 años y el novio 25!

La jovencísima Lucía aportaba en dote nada menos que el ducado de Floridia al matrimonio, del que era la heredera universal.

La flamante pareja formó inmediatamente parte de la animada corte napolitana y, en 1786, el príncipe fue nombrado diputado del reino de Sicilia, gentilhombre de la Cámara, consejero de Estado del Rey y caballero de la Insigne y Real Orden de San Genaro mientras que la princesa, debidamente presentada a los soberanos, se convirtió en una de las damas de honor de la reina Maria-Carolina de Austria y pronto condecorada con las órdenes de Maria-Luisa de España y de la Cruz Estrellada de Austria.




Semejante beldad no pasó inadvertida y pronto conquistó al rey Fernando IV, dada su proximidad con la familia real napolitana. Pese a sus numerosos y seguidos embarazos, la princesa fue asiduamente cortejada por el monarca y acabó cediendo ante su insistencia, convirtiéndose finalmente en su amante. De este modo, se inició una relación que iba a durar años y que estuvo condenada al secretismo mientras estuvieron vivos los respectivos consortes de uno y otro. Como amante del rey, la princesa de Partanna siempre jugó un discreto papel con poquísima influencia en el escenario cortesano. Moderada y prudente, Lucia nunca se valió de su ascendencia sobre el monarca para inmiscuirse en asuntos de gobierno que no le competían, como tampoco en otros de menor calibre como las pequeñas intrigas palaciegas. En eso, se diferenciaba enormemente de la reina Maria-Carolina que, desde su llegada a Nápoles, ya metía mano en todos los asuntos y gobernaba como si fuera ella el rey y no su marido Fernando.



El Príncipe de Partanna fallecería el 28 de marzo de 1812, dejando a su viuda a la cabeza de una colosal fortuna que aseguraba el futuro de su numerosa prole. Muerto el príncipe, tan solo faltaba que muriera la reina... Lucia y Fernando tuvieron que esperar a que Maria-Carolina, exiliada en Viena desde 1812, falleciera el 8 de septiembre de 1814 para poder regularizar su situación y acabar con un adulterio que duraba desde hacía años. Unos escasos tres meses después de que muriera la reina, Fernando IV y Lucia se casaron morganáticamente en Palermo el 27 de noviembre de 1814, lo que significaba que la princesa nunca podría ascender al rango de reina de las Dos-Sicilias, ni disfrutar de sus tratamientos y honores, y que los posibles hijos nacidos de aquella unión no podrían pretender a la Corona. En el momento de la boda, Lucia computaba 44 años y Fernando 63, por lo que la posibilidad de tener hijos era bastante remota, sobretodo en el caso de ella. A eso se sumaba el hecho de que Fernando IV había delegado gran parte de su poder en su hijo y sucesor Francisco, Duque de Calabria, al que había nombrado Príncipe Regente de Nápoles y de Sicilia.

Aqui cabría explicar cual era la situación del reino napolitano en ese momento. Desde que las tropas francesas del General Napoleón Bonaparte habían entrado victoriosamente en Italia (1796), Nápoles se vio en la imposibilidad de hacer frente a la imparable invasión gala y obligada a firmar el armisticio de Brescia (5 de junio). Posteriormente, se proclamaban las nuevas repúblicas de la Liguria, la Cisalpina (1797) y la Romana (1798), hechuras de los franceses y de los francófilos jacobinos italianos que se habían desembarazado de los principículos, duques y reyes de la mitad Norte de la península Itálica. Finalmente, Nápoles se vio abocada a declarar la guerra a los franceses el 23 de octubre de 1798, contando con su ejército de 70.000 hombres comandado por el general austríaco Karl von Mack y el inestimable apoyo naval inglés del almirante Nelson, y con la clara intención de liberar Roma y restaurar el poder papal. Seis días después, Fernando IV entraba triunfalmente en Roma como un conquistador pero, el 14 de diciembre, la contraofensiva francesa obligó al ejército napolitano a una pronta retirada que se tradujo en una llana derrota. Regresado a su capital, ahora amenazada por los franceses, y siendo insostenible la situación, Fernando IV no tuvo más opción que la de planear su embarque para Sicilia con toda su familia, su corte y su gobierno, llevándose en sus baúles las joyas de la Corona, gran cantidad de oro y un gran número de obras de arte de gran valor. Asi pues, el 21 de diciembre de 1798, Fernando IV y la familia real subían a bordo del Vanguard, navío de Lord Nelson que debía conducirlos hasta Palermo, capital siciliana, mientras delegaba en Francesco Pignatelli, Príncipe de Strongoli, poderes para representarle en Nápoles. Acto seguido y, en virtud de aquellos poderes reales, Pignatelli mandó prender fuego a toda la flota napolitana para evitar que los franceses la utilizacen para llegar hasta Sicilia. El 12 de enero de 1799, Pignatelli concluyó un armisticio que implicaba la ya inevitable entrada de los franceses en Nápoles... Sin embargo, los lazzari, leales al rey Fernando IV, se alzaron y unieron con la población civil para defender la capital del ejército invasor; no estaban dispuestos a facilitar la conquista a los franceses. Por desgracia y gracias a una estratagema, los galos consiguieron hacerse con el castillo de Sant'Elmo y bombardear la ciudad de tal modo que causaron unas 8.000 bajas entre los civiles, provocando la general desbandada y dispersión de los lazzari. Finalmente, los franceses entraron en la ciudad sitiada y proclamaron, con el apoyo de algunos nobles y burgueses francófilos, la República Partenopea el 23 de enero.

La temporada que pasó en Sicilia la familia real y su séquito se caracterizó, sobretodo, en planear cómo recuperar Nápoles y echar al invasor francés.

Gracias a que las tropas francesas fueron nuevamente mobilizadas hacia el Norte de Italia un 7 de mayo, dejando la capital del Vesuvio con una reducida guarnición, se presentó la ocasión para liberar Nápoles del ocupante. El cardenal Fabrizio Ruffo la aprovechó y armó su llamado Ejército de la Santa Fe, compuesto por 25.000 voluntarios y, contando con el soporte de la artillería inglesa, partió desde Calabria para unirse a los lazzari del temido bandido Fra Diavolo con el objetivo de reconquistar la capital del reino. Aquello causó el colapso de la República Partenopea y sus dirigentes tuvieron que rendirse al cardenal Ruffo; rendición que, por cierto, no fue aceptada por Lord Nelson y mucho menos por el rey Fernando IV, quien ordenó de inmediato prender a los cerca de 8.000 prisioneros para enjuiciarlos de manera expeditiva. La venganza de Fernando fue épica: 124 fueron condenados a muerte, 6 fueron perdonados, 222 fueron condenados a cadena perpétua, 322 a penas menores, 288 fueron deportados y 67 exiliados, y el resto liberado. Después de satisfacer su sed de venganza, Fernando se fijó el objetivo de liberar Roma y reponer en el trono de San Pedro al pontífice. Fue cosa hecha el 27 de septiembre de 1799.

El 31 de enero de 1801, la familia real volvía a Nápoles en medio de vítores y grandes festejos, celebrando el regreso del monarca y la liberación del reino con gran alegría. Un año después, en 1802, Nápoles y Sicilia fueron provisionalmente liberadas de tropas francesas, inglesas y rusas en virtud de la Paz de Amiens. En 1805, Fernando IV firmaba un tratado de neutralidad con los franceses, cosa que no le impidió permitir el libre paso, por su territorio, de un cuerpo expedicionario anglo-ruso que tenía por misión defender las fronteras de una posible invasión francesa. Después del desastre de Austerlitz, los rusos abandonaron Italia mientras los ingleses se retiraban en Sicilia.

A primeros de febrero de 1806, las tropas galas reorganizadas y dirigidas por Masséna volvieron a invadir el reino napolitano provocando la segunda estampida de la familia real... El 23 de enero, en medio del pánico general, Fernando IV embarcaba a toda prisa a bordo del Arquímedes para refugiarse en Palermo, sin sus hijos y sin su esposa la reina que se habían quedado atrás. El 14 de febrero, las tropas francesas entraban por segunda vez en Nápoles y Napoleón I declaraba derrocada la dinastía de los Borbones proclamando a su hermano José Bonaparte, nuevo rey de Nápoles como José I. A partir de ese momento, Fernando IV se ve confinado en su reino insular de Sicilia, defendido y protegido por los británicos, y no regresaría a Nápoles hasta la caída de Napoleón I y tras apresar y fusilar al usurpador Joaquín Murat que, desde 1808, ceñía la corona napolitana (octubre de 1815). De hecho, Fernando IV recuperó el trono de Nápoles uniéndolo al de Sicilia para refundar sus dos reinos en uno solo: el Reino de las Dos-Sicilias, y adoptando el ordinal de Fernando I.



Volviendo al hilo inicial, Fernando consigue liberar Nápoles de las garras napoleónicas tras su victoria en la batalla de Tolentino (3 de mayo de 1815) sobre el rey usurpador Joaquín I Murat. El 8 de diciembre de 1816, se opera la unión de Nápoles con Sicilia para conformar el nuevo Estado de las Dos-Sicilias, siendo regente el príncipe heredero Francisco de Borbón, Duque de Calabria. Obviamente, Fernando regresó a su capital dando el brazo a su nueva consorte Lucia Migliaccio, con la que se había casado morganáticamente para no dificultar la línea de sucesión al trono. Sin embargo, y pese a todo, el príncipe-regente nunca aceptó de buen grado que su padre casase con su antigua amante... Se puede decir que el heredero no se llevaba nada bien con su madrastra, a la que despreciaba por ser nada menos que el auténtico amor de su padre, cosa que le dolía sobremanera y ofendía la memoria de su madre.

Asi las cosas, Lucia seguía siendo oficialmente la Princesa de Partanna y Duquesa de Floridia a ojos del Mundo, aunque estuviera legalmente casada con el rey Fernando I de las Dos-Sicilias. El príncipe-regente Francisco no la hubiera tolerado de otro modo... y ella se contentó con esa delicada situación: ser esposa de un rey sin ser su reina.

En 1823, Lucia recibió de su real marido una vasta finca sobre la colina del Vomero, otra en Certosa di San Martino y un puñado de villas palatinas entre las que sobresale la Villa Carafa di Belvedere. En su finca principal, la princesa Lucia mandó construir un palacio de estilo neoclásico conocido como Villa Floridiana, y otro próximo de menor dimensión llamado Villa Lucia. En ambas villas vivieron tranquilamente el rey y su esposa, ajenos a cualquier asunto de Estado.

Fernando I moriría el 4 de enero de 1825 y Lucia, su viuda, le sobreviviría un año y tres meses. Tras la muerte de la Princesa Vda. de Partanna, acaecida el 26 de abril de 1826, todas sus propiedades fueron heredadas por los hijos de su primer matrimonio, quienes se repartieron sus posesiones en dos partes.