GUINES_Duque de / Duc de_Adrien Louis de Bonnières, Duque
de Guines, 5º Conde de Souastre y de Guines (Lille, Francia, 13-04-1735 /
París, Francia, 21-12-1806), fue un cortesano, militar y diplomático francés,
descendiente de los antiguos Condes de Guines que remontaban hasta Vennemar,
castellano de Gante, desposado con Gillette de Guines.
Hijo
de Guy Louis de Bonnières, 4º Conde de Souastre (1703 – 1763) y de Adrienne Louise
Isabelle de Melun, Marquesa de Cottènes, pertenece a una eminente familia de la
nobleza del Artois. Es nieto del Teniente-General de los Ejércitos del Rey y
gobernador de Arras, Gante, Tournai y Cambrai, Charles Eugène Jean Dominique de
Bonnières, 3er. Conde de Souastre y de Pas (ob. 1708) y de Françoise de
Montberon, biznieto de Charles Ignace, 2º Conde de Souastre (ob.1676) y de
Jeanne-Marie-Thérèse de Créqui, Dama de Raimboval (ob.1708) . Su tatarabuelo,
Philippe Albert de Bonnières, 1er. Conde de Souastre, había sido gobernador de
la ciudad de Binche (en la provincia de Henao, en la actual Bélgica), y su
tatarabuela pertenecía a la linajuda Casa de Beauffort.
Remontando
más allá, encontramos a dos antepasados que fueron chambelanes de los Duques de
Borgoña, Felipe III y Carlos I “el Temerario”. En cuanto al señorío de
Souastre, entró en posesión de su familia en 1484, al casar Jean de Bonnières
con Jeanne de Bayne, Dama de Souastre suo jure. Los Señores de Souastre, du
Mesnil y de Thieuloys enlazan con hijas de prestigiosos linajes: los
Wignacourt, los Lannoy y los Halwin, por citar a tres. El título condal sería,
según algunas fuentes genealógicas, confirmado por carta patente en marzo de
1676, y sus jefes se titularon aleatoriamente “Conde de Guines” o “Conde de
Souastre” e incluso “Conde de Souastre de Guines”, incluso antes de que se
erigiera en condado su señorío de Souastre.
Con
semejante pedigrí, se le abren de par en par las puertas de Versailles para ser
presentado a Luis XV, y se le augura el mejor de los destinos al servicio de
Francia.
Naturalmente,
como cualquier hijo de noble que se precie, es destinado a la carrera militar a
temprana edad. Pero su trayecto como
oficial será breve: coronel de los Granaderos de Francia, asumió el mando del
Regimiento de Navarra en 1761 antes de ascender al rango de brigadier de los
ejércitos del Rey en 1762. Se le conoce entonces con el título de Conde de
Souastre y su brillante personalidad le atrae el favor de la corte y de familias
muy influyentes en Versailles, principalmente de los Duques de Choiseul y de
Noailles.
El
28 de noviembre de 1753, contrae matrimonio con Caroline Françoise Philippine
de Montmorency-Logny, hija del difunto Louis François de Montmorency, Conde de
Logny (ob.1736) y de Marie-Anne Thérèse Rym de Bellem, Baronesa de Bellem. La
unión le convierte en cuñado de la Duquesa de Boufflers, de la Condesa de
Broglie y del Conde de Logny. Otro enlace que añade más prestigio, si cabe, a
su casa. De esta ilustre unión nacerían dos hijas:
-Marie-Louise
Philippine de Bonnières, Mademoiselle de Guines (1759 – 1796); c.c. (1780)
Armand Charles Augustin de La Croix, 1er. Duque de Castries y Par de Francia
(1756 – 1842); padres de:
-Edmond
Eugène Philippe Hercule de La Croix, 2º Duque de Castries (1787 – 1866); c.c.
(1816) Claire-Clémence de Maillé de La Tour-Landry (1796 – 1861), hija de
Charles-François Armand, Duque de Maillé, y de Henriette Victoire de FitzJames-Stuart.
=> con descendencia / Casa Ducal de Castries
-Marie-Louise
Charlotte de Bonnières, Mademoiselle de Souastre (1760 – 1792),
Canóniga-Condesa de Remiremont; c.c. (1782) Charles Philibert Gabriel Le Clerc
de Juigné, 2º Marqués de Juigné y Par de Francia (1762 – 1819) => sin
descendencia.
Considerado
el perfecto cortesano, de trato afable, palabra fácil y mucho ingenio, canta y
toca la flauta admirablemente bien. Para él y su hija, arpista, el genial
Wolfgang Amadeus Mozart compondrá, en 1778, el “Concerto para flauta, arpa y
orquesta KV299”. Sus aptitudes en la corte le valen numerosos éxitos personales,
e incluso la amistad del rey Federico II de Prusia desde 1766, con el que comparte la
misma afición musical.
Bien
apadrinado, el Conde de Souastre, pronto saludado bajo el título de Conde de
Guines, abandona la carrera militar para entrar de lleno en la diplomacia.
Puesto que Federico “el Grande” le tiene en alta estima, es nombrado embajador
de Francia en la corte de Berlín en 1768. Pero, apenas llegado a la capital
prusiana, cae inesperadamente en desgracia y Versailles tiene que hacerle
regresar en noviembre 1769. El fracaso no le impide ser ascendido a mariscal de
campo en 1770 y obtener, el mismo año, la embajada de Londres. Allí se ganará
una excelente reputación, el apodo de Guines “el Magnífico” y la estima de los
ingleses, pero su posición se complicará al cometer adulterio con una dama,
famosa por su belleza y… casada: Lady Elizabeth Craven. Lord Craven, poco
dispuesto a cerrar los ojos sobre la aventura de su mujer, que le deja manifiestamente
en ridículo, monta un escándalo y lleva su indignación hasta los tribunales, exigiendo una sustanciosa indemnización.
Por otro lado, estalla el “Affaire de Guines”, un escándalo que se inicia el 20
de abril de 1771, cuando el conde pide al ministro de Asuntos Exteriores, La
Vrillière, que se emita una orden de búsqueda y captura contra su secretario,
Barthélémy Tort de La Sonde, al que acusa de haber utilizado su nombre para
especular sobre fondos públicos y estafar a varios banqueros parisinos. Tort de
La Sonde es arrestado y, para defenderse, acusa a su vez al embajador afirmando
haber actuado por su cuenta y siguiendo sus instrucciones. El Duque d’Aiguillon,
flamante nuevo ministro de Asuntos Exteriores desde el 6 de junio de 1771,
sustituto del Duque de La Vrillière y acérrimo enemigo del Duque de Choiseul,
gran protector del Conde de Guines y ex titular de ese mismo ministerio (de
abril 1766 a diciembre 1770), no duda en tomar partido por Tort de La Sonde
mientras la Delfina María-Antonieta otorga su apoyo a Guines. El embajador,
será finalmente declarado inocente de las acusaciones de su secretario por una
comisión especial, formada por consejeros de Estado y nombrada por Luis XV,
para acabar con este asunto. Sin embargo, el escándalo, con su cruce de
acusaciones, ha hecho mella y el Conde de Guines sale moralmente mal parado. De
hecho, al diplomático le fue de un pelo verse inculpado. La división en la
comisión fue clara: siete votos contra seis. Y tendrá posteriormente sus
consecuencias: fue una de las razones del cese de D’Aiguillon, al subir al
trono Luis XVI en mayo de 1774, espoleado sobretodo por una rencorosa María-Antonieta.
Con
los nuevos reyes, el Conde de Guines se salva de caer en desgracia y, el 26 de
febrero de 1776, es relevado al frente de la embajada londinense. Regresado a
la corte de Versailles, Luis XVI le otorga las cartas patentes que le
convierten en Duque de Guines.
En
1778, su primogénita casa con el hijo del Mariscal de Castries. Cuando su yerno
es hecho 1er. Duque de Castries en 1784, el Duque de Guines obtiene del rey la
promesa de reversión de su ducado a favor de éste. Pero la promesa nunca se
cumpliría por culpa de dos factores: el derrocamiento de la monarquía en 1792 y
el hecho de que el duque morirá bajo el 1er. Imperio, harán imposible la
materialización de la reversión.
Instalado
en París, el Duque de Guines alquilará a su consuegro, el Marqués de Castries,
el palacete del mismo nombre sito en el número 76 de la calle de Varenne.
En
1782, es su segunda hija quien contrae matrimonio con el Conde de Juigné,
heredero del Marqués de Juigné.
El
1 de enero de 1784, Luis XVI lo recibe caballero en el seno de la Orden del
Espíritu Santo. Cuando se convoca la segunda Asamblea de Notables (que precedió
a la convocación de los Estados Generales de 1789), el rey le otorga la presidencia.
En 1787, a instancias del Mariscal de Ségur, ministro de la Guerra, se le
nombra miembro del Consejo y, además, es ascendido a Teniente-General de los
Ejércitos del Rey. En 1788, Luis XVI le nombra gobernador de Artois.
A
sus 50 años, el duque, amante de la buena mesa, ha perdido su silueta para
convertirse en un auténtico obeso. Tal era ya su corpulencia que, cada mañana,
su ayuda de cámara le preguntaba si quería enfundar sus calzones para sentarse
o los calzones para estar de pie. En ambos casos, dos lacayos debían ayudarle a
ponérselos.
Durante
esos años previos a la Revolución, se lanzará en los negocios formando parte de
una sociedad minera. Pero, al estallar la tormenta, el Duque de Guines y su
esposa se ven obligados a abandonar la capital y cruzar el Canal para exiliarse
en Inglaterra. En 1790, su residencia es literalmente saqueada por un gentilicio enfurecido, tras el sonado duelo entre el Conde de Lameth y su yerno el Duque de Castries.
Cuando
se instaura el Consulado con Napoleón Bonaparte, los duques de Guines optan por
regresar a Francia y obtener que les borren de la lista de los emigrados para
recuperar lo que queda de sus bienes, confiscados y en su mayor parte vendidos
como bienes nacionales. Consiguen reinstalarse entre las paredes del Palacete
de Castries, que habían ocupado antes de que estallase la Revolución.
Escasos
años después, en 1806, fallece el duque a la edad de 71 años. Su esposa, la
duquesa viuda, morirá cuatro años después, en 1810. Sus dos hijas les habían
precedido en la tumba en 1792 y 1796. El ducado de Guines quedó extinto con su
desaparición y nunca fue transmitido a su yerno, el Duque de Castries.
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