SUFFREN DE SAINT-TROPEZ_Caballero-Baílio de / Chevalier-Bailli de_Pierre-André de Suffren de Saint-Tropez, Caballero de Suffren de Saint-Tropez (Castillo de Saint-Cannat, Aix-en-Provence, 17-07-1729 / Versailles, 08-12-1788), Caballero, Comendador y Baílio de la Soberana Orden Militar de Malta u Orden de San Juan de Jerusalén, Caballero Gran Cruz de la Orden del Espíritu Santo, Teniente-General de la Armadas Navales de Malta, Vice-Almirante y Embajador de Francia. Fue el hijo menor de los Marqueses de Saint-Cannat.
La tradición quiere que los Suffren sean originarios de Lucca (Toscana, Italia); llevando entonces el apellido de Suffredi, habrían emigrado en Provenza durante el siglo XIV. Establecidos en Salon-de-Provence y beneficiando del favor de los arzobispos de Arles (que, en el castillo de L'Empéri, tenían su residencia estival), obraron para su total integración.
Cambiaron su nombre de Suffredi en Suffren, contrayendo felices alianzas con antiguas familias nobles provenzales. Durante los siglos XV y XVI, ocuparon diversos cargos relevantes: magistratura, parlamento, consulado y tesorería de la ciudad de Salon-de-Provence.
En 1557, por cartas patentes del rey Enrique II de Francia, Jean Suffren es reconocido noble. Palamède de Suffren, su nieto, será el fundador de la rama primogénita de los Marqueses de Suffren, extinguida por línea varón en 1974.
Jean-Baptiste de Suffren, hermano segundón de Palamède, será el fundador de la rama menor que añadiría posteriormente a su apellido el nombre de Saint-Tropez, después de que ese feudo fuera aportado en dote (en 1677) a Joseph-Jean-Baptiste de Suffren, por su esposa Geneviève de Castellane de Saint-Juers. De esos De Suffren de Saint-Tropez, surgieron los Marqueses de Saint-Cannat y de ellos, el célebre Baílio de Suffren.
Nacido en el castillo de Saint-Cannat, el 17 de julio de 1729, no lejos de la ciudad de Aix-en-Provence, Pierre-André de Suffren de Saint-Tropez era el 3er hijo de Paul de Suffren de Saint-Tropez y de Marie-Hyéronime de Bruny, Marqueses de Saint-Cannat. Sus dos hermanos mayores serían: el primogénito, futuro 2º Marqués de Saint-Cannat, brillante hombre de armas, y el segundo, Louis-Jérôme, arzobispo de Sens después de ser un notorio obispo de Sisteron.
Pierre-André será entonces, naturalmente, destinado a la carrera de armas por ser el menor: a la Marina Real Francesa.
Tras una juventud turbulenta pero también estudiosa, pasada entre Saint-Cannat, Richebois (feudo familiar de Salon) y Saint-Tropez, dónde descubre el mar, es enviado al colegio de los Jesuitas de Toulon, y posteriormente a los Guardias de la Marina.
Contando aún 14 años de edad, tendrá su bautizo de fuego en la batalla del Cabo de Sicié, el 19 de febrero de 1744. Luego vendrían destinos dispares: las Antillas, el Canadá,... dónde se distinguiría por su bravura en enfrentamientos inciertos. También conocería el infortunio de caer prisionero de los ingleses en 1747.
Liberado en 1748, ascendido a insignia de nave, marcha a Malta (1749) para ser admitido entre los Caballeros menores de la Soberana Orden de San-Juan de Jerusalén (u Orden Soberana y Militar de Malta), auténtica hacedora de marinos. Allí hará sus "caravanas" (cruceros de galeras de la Orden), consiguiendo ser Caballero mayor al profesar sus votos: obediencia, pobreza y castidad.
Retomando servicio en la Marina Real Francesa, participará en los combates de Puerto-Mahón, Menorca (1756), en la triste jornada de Lagos, Portugal (1759), cayendo nuevamente prisionero a manos de los británicos.
Liberado tiempo después, participa en la expedición de Larache (1759), siendo uno de los únicos comandantes a combatir exitosamente. Esa tierra de Marruecos, que acaba de descubrir, le interesa y querrá volver a pisarla...
Obtendrá el privilegio de acompañar en su embajada en Marrakesh, al Conde de Brugnon. El mismo año de 1767, recibe el grado de capitán de fregata, convirtiéndose luego en capitán de navío en 1772.
Cinco años más tarde, está al mando del "Fantasque", y es con ese navío que integra la Escuadra del Almirante D'Estaing, en las Antillas. Allí se distingue, dando muestras de su intrepidez y valentía, pero enrabia de no poder hacer más.
La campaña de las Indias le dará finalmente la ocasión de apoyarse en su experiencia y de conocer, pese a muchos dramas y trahiciones, sus mayores victorias y la gloria: La Praya (abril de 1781) y en Gondelour (en junio de 1783).
La paz le hará retomar el camino a Francia. Luis XVI le asciende a vice-almirante, a caballero y Gran-Cruz de la Orden del Espíritu-Santo, finalmente es condecorado y nombrado Baílio (oficial jurídico) de la Soberana Orden de San-Juan de Malta, y teniente-general de las Armadas Navales. Seguidamente, el Rey le concede las "grandes entradas" de Versailles (1784).
Sin embargo, Luis XVI le negará el mando de la Escuadra Croix, nombrándole embajador y proponiéndole la dirección de los Estados-Generales de 1789, incluso le confía el mando de una flota en Brest, pero la repentina muerte del baílio de Suffren (el 8 de diciembre de 1788), pone punto final al proyecto.
Desde luego, el enigma de su muerte tan repentina no está aún resuelto: la versión oficial (ataque de apoplejía) choca frontalmente con otra versión (apuñalado en los jardines de Versailles), que habla de un duelo pero,...¿contra quien?
Independientemente de su indiscutible fiereza en el fragor de las batallas navales, fue bien conocido por los cuidados y atenciones que prodigaba a los marinos que conformaban sus tripulaciones, incluyendo provisiones abundantes para el rancho y excelentes cuidados médicos y sanitarios, muy insólitos para la época. Esta atención quizás no sea un hecho independiente de su homosexualidad, conocida por el propio Rey y que abierta y serenamente practicó.
El comandante siempre andaba rodeado de jóvenes marineros, apodados "Los Mignons de Suffren"; animó y aceptó la homosexualidad en sus navíos, y las "uniones" de travesías y campañas, facilitando incluso el compartir literas de parejas de marineros. Propiciaba combinar marineros mayores con los más jóvenes, declarando que "los hombres casados entre si actúan mejor en caso de combate; se ayudan, apoyan y siempre andan de buen humor..."
Nos queda el recuerdo de un hombre excepcional, un verdadero aventurero, de entre los muchos y relevantes marinos franceses, profundo reformador de la Marina de guerra, habiendo impuesto las primeras fórmulas de ascenso según el mérito, en una cadena de mando que privilegiaba hasta entonces el orígen de los oficiales.
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